miércoles, 21 de diciembre de 2011
miércoles, 14 de diciembre de 2011
sábado, 10 de diciembre de 2011
sábado, 12 de noviembre de 2011
LA LÚDICA EN LA EDUCACIÓN
La educación lúdica es inherente al niño, adolescente, joven y adulto y aparece siempre como una forma transaccional con vistas a la adquisición de algún conocimiento, que se redefine en la elaboración permanente del pensamiento individual en continuo intercambio con el pensamiento colectivo
Educar lúdicamente tiene un significado profundo y está presente en todos los momentos de la vida: el juego es uno de los primeros lenguajes del ser humano. El niño pequeño deambula por su medio creando e inventando juegos, conectándose a través de expresiones lúdicas. A través del juego se van comunicando con el otro, con los otros y con el medio. A medida que va creciendo sus juegos se van complejizando y sus posibilidades de conocimiento se van ampliando. Así también lo expresa Hetzer (1978) al referirse al juego como contenido principal de la vida de los niños en determinadas etapas evolutivas:
"Para el jugador (y para el juego) todo es posible: cada cosa puede ser múltiples cosas. Para el niño, basta querer que sea y la cosa es lo que se desea. El juego es el reino de la imaginación, donde no hay imposibles. Todo es posible. Es el reconocimiento de la dimensión ilimitada del hombre y del mundo"[8].
El juego es hechizo, representación de lo Diferente, anticipación de lo que viene, negación de la realidad que pesa y en ese contexto es posible deducir, por lo tanto, una multiplicidad de transformaciones como resultado, transformaciones que enriquecen al niño y al hombre en general, transformaciones que se traducen en aprendizajes.
Por ejemplo, un niño que se entretiene con sus compañeros o con algún juguete, no está simplemente jugando, sino que está desarrollando innumerables funciones; en la misma forma una mamá que acaricia y se entretiene con el niño o un estudiante que sigue la carrera que le gusta se educa lúdicamente, ya que combina e integra la movilización de las relaciones funcionales con el placer de interiorizar el conocimiento y la expresión de felicidad que se manisfiesta en su interacción con sus semejantes[9]
La escuela actual, a través de sus educadores, no ha aprendido a confiar en el alumno. Ella entrega el conocimiento, impone el saber y lo cobra, con miedo de que los alumnos no lo dominen (exámenes y previas). En tal forma se priva al estudiante de la libertad de buscar nuevos conocimientos, de explorar caminos nuevos, encerrándolos en horarios rígidos y estudios severamente reglamentados.
Es necesario recuperar el sentido real de la palabra escuela como lugar de alegría, del placer intelectual, de la satisfacción; es también indispensable repensar la formación del profesor, con el ánimo de que reflexione cada vez sobre su función (conciencia histórica) y se haga cada vez más competente, no sólo en lo relacionado con el conocimiento teórico, sino en lo relativo a una práctica que se alimentará del deseo de aprender cada día más para poder transformar.
Para la aplicación adecuada y correcta de lo lúdico, el autor Paulo Nunes de Almeida[10] sugiere algunos pasos capaces de enriquecer la puesta en práctica de esta propuesta de cambio:
•"Conocer la naturaleza de lo lúdico, para no dejarse engañar por el juego falso o por el afán de estar a la moda. Conocer los objetivos más envolventes (la educación como un todo), las finalidades más específicas (concretizar el aprendizaje) y los medios que lo hagan posible y viable.
•Conocer con profundidad causas y efectos para eventuales respuestas u orientaciones.
•Conocer las formas apropiadas para su implementación, teniendo en cuenta: la adaptación en la escuela, la organización, la planeación, la ejecución y el análisis cualitativo".
Educar lúdicamente tiene un significado profundo y está presente en todos los momentos de la vida: el juego es uno de los primeros lenguajes del ser humano. El niño pequeño deambula por su medio creando e inventando juegos, conectándose a través de expresiones lúdicas. A través del juego se van comunicando con el otro, con los otros y con el medio. A medida que va creciendo sus juegos se van complejizando y sus posibilidades de conocimiento se van ampliando. Así también lo expresa Hetzer (1978) al referirse al juego como contenido principal de la vida de los niños en determinadas etapas evolutivas:
"Para el jugador (y para el juego) todo es posible: cada cosa puede ser múltiples cosas. Para el niño, basta querer que sea y la cosa es lo que se desea. El juego es el reino de la imaginación, donde no hay imposibles. Todo es posible. Es el reconocimiento de la dimensión ilimitada del hombre y del mundo"[8].
El juego es hechizo, representación de lo Diferente, anticipación de lo que viene, negación de la realidad que pesa y en ese contexto es posible deducir, por lo tanto, una multiplicidad de transformaciones como resultado, transformaciones que enriquecen al niño y al hombre en general, transformaciones que se traducen en aprendizajes.
Por ejemplo, un niño que se entretiene con sus compañeros o con algún juguete, no está simplemente jugando, sino que está desarrollando innumerables funciones; en la misma forma una mamá que acaricia y se entretiene con el niño o un estudiante que sigue la carrera que le gusta se educa lúdicamente, ya que combina e integra la movilización de las relaciones funcionales con el placer de interiorizar el conocimiento y la expresión de felicidad que se manisfiesta en su interacción con sus semejantes[9]
La escuela actual, a través de sus educadores, no ha aprendido a confiar en el alumno. Ella entrega el conocimiento, impone el saber y lo cobra, con miedo de que los alumnos no lo dominen (exámenes y previas). En tal forma se priva al estudiante de la libertad de buscar nuevos conocimientos, de explorar caminos nuevos, encerrándolos en horarios rígidos y estudios severamente reglamentados.
Es necesario recuperar el sentido real de la palabra escuela como lugar de alegría, del placer intelectual, de la satisfacción; es también indispensable repensar la formación del profesor, con el ánimo de que reflexione cada vez sobre su función (conciencia histórica) y se haga cada vez más competente, no sólo en lo relacionado con el conocimiento teórico, sino en lo relativo a una práctica que se alimentará del deseo de aprender cada día más para poder transformar.
Para la aplicación adecuada y correcta de lo lúdico, el autor Paulo Nunes de Almeida[10] sugiere algunos pasos capaces de enriquecer la puesta en práctica de esta propuesta de cambio:
•"Conocer la naturaleza de lo lúdico, para no dejarse engañar por el juego falso o por el afán de estar a la moda. Conocer los objetivos más envolventes (la educación como un todo), las finalidades más específicas (concretizar el aprendizaje) y los medios que lo hagan posible y viable.
•Conocer con profundidad causas y efectos para eventuales respuestas u orientaciones.
•Conocer las formas apropiadas para su implementación, teniendo en cuenta: la adaptación en la escuela, la organización, la planeación, la ejecución y el análisis cualitativo".
Suscribirse a:
Entradas (Atom)